Elección de palabras
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El lenguaje es otro tema que me fascina en todas sus dimensiones incluyendo el lenguaje corporal y el lenguaje visual. Si me conoces sabrás que me encanta hablar sobre el lenguaje de los cómics y el poder de las metáforas, pero hoy me centraré solo en la narrativa y la elección de palabras. Las palabras que elijas para escribir, hablar y pensar influirán en cómo otros interactúan contigo y en cómo tú experimentas la vida.
Algunas palabras evocan poder (jefe, norma) o debilidad (permiso, frágil). Las palabras no son completamente inocuas. Algunas palabras están cargadas de significado para un grupo mientras que están limpias para otros.
Una persona puede decir “me han asignado este proyecto” o “me han castigado con este proyecto” describiendo los mismos hechos, pero se sentirá muy diferente al respecto.
“Las palabras son, en mi no tan humilde opinión, nuestra más inagotable fuente de magia, capaces de infringir daño y de remediarlo.”
— Albus Dumbledore en Harry Potter y las reliquias de la muerte - Parte 2

Cultura organizacional y lenguaje
En el libro Tribal Leadership [1] los autores sugieren que es posible identificar el nivel de colaboración de un grupo por las palabras que usan y las relaciones que crean. Sugieren cinco etapas.
En la etapa uno el tema principal es “la vida es una mierda”. Las gente en esta etapa utilizan el lenguaje de bandas y cárceles y comparten una sensación de desesperación y hostilidad. Solo el 2 por ciento de los profesionales estadounidenses operan en esta etapa, según los autores.
En la etapa dos el sentimiento cambia a “mi vida es una mierda”, y lo comparte el 25 por ciento de los profesionales. Es la cultura de Dilbert de Scott Adams y de The Office. Las personas están desconectadas de la organización, muestran un comportamiento pasivo-agresivo y prevalecen el sarcasmo y el cinismo.
La etapa tres, según este modelo, es la cultura dominante con el 49 por ciento de la población activa. “Soy genial” o “Soy genial y tú no” es el tema. El desempeño se mide individualmente y existe la creencia de que el conocimiento es poder. Los empleados en la etapa dos tienen jefes en la etapa tres. Las palabras clave son “yo”, “me” y “mi” y ejemplifican esta cultura individualista.
En la etapa cuatro, el 22 por ciento de la población laboral, el tema es “somos geniales” o “somos geniales y ellos no”, ya que siempre hay un adversario a vencer. La idea del “enemigo común” también se fomenta en el modelo de Ray Immelman descrito en Great Boss, Dead Boss [2]. Hay un “orgullo tribal”. Las personas se ven a sí mismas como una tribu, con un propósito común y valores fundamentales compartidos. Hay un lenguaje de “nosotros”, “nuestro”, “equipo”, “ellos” y “compromiso”.
En la etapa cinco están menos del 2 por ciento de las culturas tribales de los lugares de trabajo. Tienen el sentimiento de “la vida es genial”. El lenguaje es sobre tener un potencial infinito y estar haciendo historia, no sobre vencer a un competidor. Esta es una etapa de visión e inspiración, pero es una etapa efímera que rápidamente regresa a la etapa cuatro.
Etapa | Ánimo | Tema |
---|---|---|
5 | Asombro inocente | “La vida es genial” |
4 | Orgullo tribal | “Somos geniales” (y ellos no) |
3 | Guerrero solitario | “Soy genial” (y tú no lo eres) |
2 | Víctima apática | “Mi vida es una mierda” |
1 | Hostilidad desesperada | “La vida es una mierda” |
Los autores sugieren que no te puedes mover más de una etapa a la vez. No puedes pasar de la etapa dos a la etapa cuatro sin pasar por la etapa tres. Dan consejos prácticos de coaching para influir en el lenguaje para que las personas puedan operar desde la etapa cuatro y aspiren a tener períodos de la etapa cinco si es posible.
El liderazgo es lenguaje
Otro autor, David Marquet, también destaca la importancia del lenguaje. Era capitán de submarinos estadounidenses y se preparó para comandar un submarino nuclear concreto, aprendiendo todos sus detalles técnicos, pero fue asignado a otro muy diferente en el último momento. Se encontró al mando de una nave con una tripulación desmotivada y no podía dar órdenes porque no sabía cómo funcionaban las cosas. Así que decidió dejar de dar órdenes. En Turn the ship around [3] describe cómo le pidió a la tripulación que expresara en voz alta lo que estaban a punto de hacer usando la fórmula usando la fórmula “Tengo la intención de…”. Les pidió que expresasen su intención en lugar de pedir permiso o esperar órdenes. Su historia y el liderazgo basado en la intención pueden verse en un corto animado [4].
Marquet ha seguido investigando la importancia del lenguaje y ha recopilado sus nuevos hallazgos en su segundo libro Leadership is Language [5]. En él dice: “cambiar nuestras palabras cambió nuestro mundo”. Añade que lo lograron reemplazando los siguientes elementos:
- Un lenguaje reactivo para “convencer, coaccionar, cumplir y conformarse” por un lenguaje proactivo de “intención y compromiso a la acción”
- Un lenguaje de “demostrar y realizar” por un lenguaje de “mejorar y aprender”
- Un lenguaje de “invulnerabilidad y certeza” por un lenguaje de “vulnerabilidad y curiosidad”
Se centraron en lograr la excelencia y no en evitar errores. En “mejorar” y no en “estar bien”. Se parece a la actitud que adopta Brandy Agerbeck para practicar y mejorar cuando reemplaza el dicho “la práctica hace al maestro” por “la práctica hace el progreso” en The Graphic Facilitator’s Guide [6, p. 268]. Y a Kent Beck diciendo “perfect is a verb” en Extreme Programming Explained [7, p. 28], ya que en inglés el verbo “perfeccionar” y el adjetivo “perfecto” se escriben igual aunque se pronuncien de manera diferente.
Las palabras y la historia
No es solo la elección de las palabras, sino también las historias que construyes alrededor de las cosas que suceden. Frente a un mismo evento, a una misma situación objetiva, podemos crear múltiples historias. Estas posibles narrativas son opciones que podemos tomar.
David Marquet también habla sobre la importancia de la mentalidad, tal y como la describe Carol Dweck en su libro Mindset [8] . Dweck, una investigadora en el campo de la psicología, descubrió que la visión que adoptas de ti mismo afecta la forma en que llevas tu vida. Las mentalidades son solo creencias y puedes elegir. Puedes creer que tus habilidades están fijadas en ti desde tu nacimiento y no pueden cambiar mucho (mentalidad fija) o que tus habilidades se pueden desarrollar y cambiar (mentalidad de crecimiento). En la mentalidad fija el fracaso puede transformarse de una acción (“fallé”) a una identidad (“soy un fracaso”). Reconocer el esfuerzo en lugar del éxito y aprender de las críticas en lugar de evitar el feedback son algunos rasgos de la mentalidad de crecimiento. En su investigación, descubrió que las personas influenciadas por la mentalidad de crecimiento (recordemos que es una elección), tienen mejor rendimiento.
En un episodio del podcast Coaching For Leaders [9] invitaron a Andrea Wanerstrand, quien lidera los programas de coaching en Microsoft, y dijo que su foco principal es cultivar la mentalidad de crecimiento.
Palabras para crear identidad
En una historia que aparece en la Biblia, en una gran batalla los de Galaad vencieron a los de Efraim y bloquearon el río Jordán para evitar que los de Efraim regresasen a su territorio. Para identificar y matar a esos efraimitas los galaaditas le pedían a cada superviviente que dijese la palabra shibboleth. Como en el dialecto de los efraimitas no tenían el sonido sh, al pronunciar sibboleth eran desenmascarados y degollados.
En inglés moderno se usa la palabra shibboleth1 para referirse a un distintivo lingüístico, jerga o forma de pronunciar, que permite identificar a otro como miembro o no de un grupo. El propósito es inclusivo (sentimiento de pertenencia) y también excluyente (decir quién no forma parte del grupo). En la Wikipedia hay múltiples usos de shibboleths a lo largo de la historia.
Cuidado cuando los esfuerzos para crear una sensación de pertenencia aíslan al grupo.
Otro indicador a vigilar es el lenguaje deshumanizante, un predecesor habitual de atrocidades humanas [10].
Monólogo interior
Algunas de las explicaciones que construimos se quedan solo en nuestra cabeza, en nuestra conversación con nosotros mismos. ¿No tienes conversaciones en tu cabeza? (“No, yo no tengo”. ¡Sí! Esa conversación.) Esa conversación (o simplemente monólogo) que tienes contigo mismo da forma a cómo percibes el mundo y la buena noticia es que eres dueño de ella. Tienes un control relativo sobre las cosas que suceden a tu alrededor, pero puedes controlar cómo piensas sobre ellas.
Entre el estímulo y la respuesta existe un espacio. En este espacio se encuentra nuestro poder para elegir la respuesta. Y en nuestra respuesta descansa nuestra libertad y nuestra capacidad para crecer como personas.
— Viktor Frankl2
Daniel Pink, autor de Drive, The surprising truth about what motivates us (La sorprendente verdad sobre lo que nos motiva), en su libro To sell is human (Vender es humano) comparte investigaciones que sugieren una estrategia para mejorar nuestra eficacia: el diálogo interno interrogativo [11, p. 82]. En lugar de un diálogo interno positivo o afirmativo antes de abordar una tarea desafiante, vamos a preguntarnos si lo lograremos o no. Parece que hacer preguntas obliga a nuestro cerebro a buscar activamente respuestas. Funciona mejor para nuestra motivación y dura más que animarnos a nosotros mismos. El diálogo interno interrogativo también puede inspirar razones intrínsecamente motivadas para lograr el objetivo, algo que no sucede con el diálogo interno declarativo. ¿Por qué no probarlo?
Consejos prácticos
En nuestro curso de feedback hay muchos consejos sobre como dar y recibir feedback. Ahora que sabes de la influencia de la elección de las palabras puedes ser más consciente cuando te digan algo y escuchar más allá de las palabras. En particular, no centrarte en alguna palabra en particular.
Ten cuidado cuando digas “necesito”, “tengo que”, “debo”. ¿Es lo que quieres decir? Y vigila con “tendría que”, ya que quiere decir obligación.
A la hora de dar feedback, prefiere los “has hecho” sobre los “tú eres”, porque calificar a alguien puede ser percibido como una agresión. Y peor aún si no es directamente a la persona. No hay necesidad de hablar a las espaldas de nadie.
Evita los absolutos como “nunca” y “siempre”. Probablemente no sean ciertos.
Considera añadir un “…aún”, como en “no puedo hacerlo… aún”.
Cuidado con el “pero” que esconde un “no”. Como le recordaron a Tyrion Lannister, “nada de lo que digas antes de la palabra ‘pero’ cuenta realmente”. Si puedes, prefiere el “sí, y…” sobre el “sí, pero…”. La “y” construye.
Palabras, palabras, palabras
Las palabras son importantes.
¿Puedes pensar sin palabras? ¿Durante cuanto tiempo?
¿Puedes estar delante de un texto corto un un lenguaje que conoces y no leerlo?
Tú eres dueño de las palabras que eliges. Hay muchos ángulos en los que abordar el problema de ser más consciente sobre cómo nos explicamos las cosas: mindfulness, terapia de comportamiento cognitivo (CBT), estoicismo, programación neurolingüística (PNL), comunicación no-violenta (CNV).
Tú eliges.
Toni Tassani — 23 de mayo de 2022
Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 3 de mayo de 2021 en la intranet de la compañía.
Miguel de Unamuno castellanizó el término inglés shibboleth como “chibolete” en su ensayo La fe (1900), pero la Real Academia no lo ha incorporado.↩︎
Según Quote Investigator, esa cita está erróneamente atribuida a Viktor Frankl, psiquiatra austríaco, superviviente del Holocaust, creador de la logoterapia, y autor del libro El hombre en busca de sentido, pero resume muy bien sus ideas.↩︎